miércoles, 11 de noviembre de 2015

La crueldad de la red social

Hechas para que reacciones aunque seas pasivo, o simplemente no te salga de las narices decir, mostrar o hacer; los “bots” de las redes sociales están programados para estimular tu interacción con ellas. Unas de las formas más rastreras de tocarte esa fibra sensible es apelar a tus recuerdos. Ya que sus esbirros no descansan y rastrean constantemente tus publicaciones, fotos y pensamientos, pueden saber lo que hiciste tal día, dónde estuviste o si estabas alegre, pensativo o directamente jodido.
Y precisamente es aquí cuando la cosa se pone peliaguda.
Digamos que regresas a casa después de una estresante jornada de repartidor de gusanitos por calles estrechas atestadas de coches mal aparcados y todo lo que eso conlleva: malas caras, pitidos, insultos y hasta alguna abolladura en la chapa de la furgoneta.
Pero al fin en casa.
Abres la puerta como puedes, acordándote del técnico del ascensor que todavía no ha cambiado el tubo que parpadea, dejándote medio ciego y que al entrar en tu casa, a oscuras todavía, ves chirivitas.
Repites, pero al fin en casa.
Dejas la barra de pan recién comprada, todavía caliente y crujiente, preguntándote ¿para qué el empeño de venderla caliente, si se va a enfriar para cuando me la coma?
Y qué más da
Enciendes el ordenador para consultar tranquilamente lo que han publicado “esos tus amigos” ya que en el móvil ni se ve bien, ni has tenido tiempo; y lo primero que te muestra es lo que inconscientemente publicaste tal día como hoy de hace ¿dos, tres años? Joder ¿tanto tiempo ya?
Las fotos del festorro que os pegastéis en la barbacoa del cumple de la... ¡Mierda! “La Esther”, sí la tipa esa que te ha estado haciendo la vida imposible los últimos ¿dos, tres años? Joder ¿solamente?
Te imaginas a los “bots” con una estúpida sonrisa insensible creyendo que te han alegrado el día, porque en las fotos estás sonriendo. A ver quien no sonreiría estando abrazado a semejante pivón.
En un ataque de masoquismo, pasas a la siguiente foto y medio sonríes al ver a todo el grupo brindando con las copas llenas de aquel mejunje que “El Carlos” dijo que nos pondría como motos
¿Pero qué mierda llevaba aquello?
Desde luego nos puso a cien, pues en el resto de fotos cada vez tenemos menos ropa, fotos cada vez peor encuadradas o directamente movidas. Creo que “La Sonia” decía algo así como “Arte conceptual, esto es puto arte conceptual”, mientras disparaba sin parar.
Y en la siguiente foto es donde todo se empieza a ir a la mierda.
“El Carlos” abre la puerta mientras “La Sonia” nos pilla a “La Esther” y a mí, en pelotas, mientras le meto el dedo en el...
A ver, mentes sucias, en el gaznate. Le metía el dedo en el gaznate para que vomitara todo lo que había bebido y de paso también lo que había comido, que no era poco.
Entre la fotito de marras y la peña comentando que estábamos en pelotas (como casi todo el mundo), que yo le estaba metiendo el dedo en el..., y están listadas la mayor variedad de posibles agujeros que la anatomía humana es capaz de imaginar; que ya os digo que es mucho.
Y aquí comenzó el calvario de dos años de mensajes, llamadas, notitas y gritos por la calle de ¿qué le había hecho? que era un miserable, un cerdo aprovechado que la había intentado violar. Si no fuera porque apareció “El Carlos” y “La Sonia”, la habría dejado preñada.
Nadie le dijo a la loca esa que yo estaba primero y que apareció ella tambaleándose hasta que cayó encima de mi. Y uno que a veces se pasa de listo, la había visto tan mal que pensó en obligarle a vomitar todo lo que había bebido, y ¡zas! va y se abre la puerta.
Pues por más que lo he intentado explicar, las pruebas son concluyentes y a las fotos se remite.
Al final uno la tiene que mandar a la mierda queriendo zanjar el tema y lo que consigue es que le rayen la furgoneta de lado a lado, para luego tener que liarse a guantazos con un tipo, al que no conoce, pero ¡oh, casualidad! es el nuevo novio de “La Esther”.
Gracias por recordarme que fue una fiesta “de puta madre”, o más bien “de su puta madre”.
A la mierda.
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La crueldad de la red social by Gregorio Sánchez Ceresola is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en http://relatosgregorio.blogspot.com.es/2015/11/la-crueldad-de-la-red-social.html.

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